Tirada en el campo estaba desde hacía
tiempo una flauta que ya nadie tocaba, hasta que un día un burro que paseaba
por ahí resopló fuerte sobre ella haciéndola producir el sonido más dulce de su
vida, es decir, de la vida del burro y de la flauta.
Incapaces de comprender lo que había
pasado, pues la racionalidad no era su fuerte y ambos creían en la
racionalidad, se separaron presurosos, avergonzados de lo mejor que el uno y el
otro habían hecho durante su triste existencia.
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