No teniendo
éste nada de cobarde, se había hecho digno de las complacencias y agasajos de su amo,
por el ardor que desplegaba en la lucha contra toda
suerte
de fieras, aun las más feroces; pero aquella
naturaleza robusta y vigorosa comenzó a declinar, sin dura con
el peso de los años. Echósele a reñir en tal sazón con
un jabalí, y bien pronto hizo presa en una oreja; mas
hubo de soltarla, por tener los dientes ya cariados. Sentido de ello el cazador, increpaba al perro; y
él, aunque viejo, respondió valientemente: «No me falta empuje, sino fuerzas. Alabábasme en otro tiempo por lo que valía; y ahora me desprecias, porque no soy
ni aún sombra de lo que fui.» Bien entiendes tu, Fíleto, a donde tiran y se
encaminan estas cosas que yo escribo.
El tiempo todo lo acabe y consuma
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